domingo, 15 de septiembre de 2013

Capítulo VI

Todo acto acarrea una serie de consecuencias. Algunas, inapreciables. Otras, sin embargo, capaces de alterar el universo entero. Lo más increíble de nuestras acciones es que no sabemos cómo van a trascender. Pero hasta la más mínima gota de tinta tiene sus consecuencias.


SEGUNDA PARTE


Capítulo 6
Hena


Llevo ya dos semanas aquí y no he conseguido nada. Le doy otro trago al whisky y noto cómo licor terrestre me quema la garganta. Nada. Veo cómo a mi alrededor varios humanos se tambalean o hablan demasiado alto, pero yo parezco ser inmune a los efectos del alcohol. Ojalá pudiera caer inconsciente como ese hombre y no tener que preocuparme por mis obligaciones, pero la realidad es que no me puedo sacar ese maldito libro y ese colgante de la cabeza. Jamás debiste aceptar esta misión, Hena.


He sido informado de que los enemigos de la monarquía se han hecho con uno de los libros hermanos. Aún no sabemos de cuál de los libros se trata ni las consecuencias que este hecho podría tener en la guerra. Tu misión es ir a la Tierra y recuperar al menos uno de los libros, no podemos permitir que se hagan con ambos, eso significaría nuestra destrucción. He hablado con los Tres Ancianos y me han contado que existe un colgante mágico que posee el poder de conducirte hasta los libros. Dicho colgante emite una señal en una frecuencia que nuestros oídos no pueden captar, pero sí este radar que he diseñado para la misión. Hazte con el colgante y encuentra los libros.”


Esas habían sido las palabras del General Battus. Al principio me parecía una misión sencilla: llegar a la Tierra, seguir el radar hasta el colgante y con el colgante encontrar esos endemoniados libros. El problema surgió cuando llegué y el radar no me proporcionó ninguna información sobre el emplazamiento del colgante. Y no puedo volver a Edath con las manos vacías, el general no es famoso por su benevolencia con aquellos que le sirven mal. Bip. Además, no me gusta este lugar. Es sucio, gris, vacío y está como muerto. Bip. ¿Eh? ¿Ese sonido ha podido ser el...? ¡Sí! ¡El radar da señal! No sé como se ha arreglado pero da igual, tengo que encontrar ese colgante. Pero antes terminaré mi copa.


Mientras sigo el camino que me indica el radar noto cómo una sensación de satisfacción invade mi cuerpo. Por fin voy a avanzar en la misión y seré recompensada como merezco cuando vuelva a Vânt... La verdad es que esta sensación me está empezando a agobiar, no es bienestar, es algo diferente. Siento cómo el mundo empieza a dar vueltas a mi alrededor, ¿qué clase de experiencia es esta? ¿será obra de algún drahül? No, imposible, no estoy en Edath y mucho menos en Tovenar, aquí no hay drahüls. La verdad es que me cuesta pensar, es como si mi cerebro pesara una tonelada. Quizá no sea inmune al alcohol, después de todo. Veo cómo el suelo se acerca a mucha velocidad hacia mi cara y me golpea en la cabeza.
···


Alec


Despierto desorientado. Al principio tengo la sensación de que todo ha sido un sueño y estoy en casa, en Mirr, en la llamada Ciudad de los Espejos. Dicha impresión apenas dura un par de segundos, y enseguida me doy cuenta de que nada ha sido una ilusión, ni siquiera lo que acabo de soñar. No sabría decir por qué, pero no era un sueño corriente. Era real.
En cuanto llego a esta conclusión me levanto rápidamente de la cama y salgo corriendo de la habitación del hotel, sin otra cosa en la cabeza que el cadáver de esa chica. Mientras bajo por las escaleras me doy cuenta de por qué no había sido un sueño normal: lo había soñado yo y estaba en primera persona, pero no era yo el protagonista del sueño. De hecho, ni siquiera los pensamientos que había tenido mientras dormía eran míos, ni estaban narrados con mi voz. Y, por si todo eso fuera poco, me había visto a mí mismo. Sí, era yo, estaba ahí quieto, sin hacer nada, mientras esa humana moría...
Me doy cuenta de que me he parado, anonadado por el hilo de mi razonamiento, pero decido dejar las conclusiones para más tarde y vuelvo a correr. No sé adónde voy, pero parece que algo en mi interior me guía. Giro cuando siento necesidad de girar, sigo recto cuando así me lo pide el cuerpo. Salto vallas, bancos y todo tipo de obstáculos y, sin embargo, voy demasiado lento. Agh, si tuviera mis alas alcanzaría mi destino en una décima parte del tiempo.


···


Hena


Agh. ¿Por qué me duele la cabeza? ¿Dónde estoy? Bip. Intento recordar algo pero lo único que consigo es que el dolor de cabeza aumente. Miro a mi alrededor y veo que estoy en una calle solitaria, tirada en el suelo. Bip. Ha salido el sol. Tengo la sensación de que tenía que hacer algo con urgencia, pero no consigo formar una línea de pensamiento lógica. Trato otra vez de recordar cómo he llegado a esta situación y qué era lo que tenía que hacer. Bip. Recuerdo que estaba en una taberna bebiendo y lamentándome de la dificultad de mi misión, pero entonces ocurrió algo... Bip. Ese sonido... ¡El radar! ¡Tenía que encontrar ese maldito colgante! Me levanto en seguida, lo que me causa un buen mareo, pero me repongo, saco el radar y camino siguiendo la ruta que me indica. Por lo que veo, el colgante no está demasiado lejos, pero aún así será mejor que me dé prisa y me haga con él cuanto antes. Cruzo varias calles y llego a una realmente transitada. Me fundo en la marea humana y me camuflo perfectamente pese a no serlo, mientras voy siguiendo el camino que me marca el radar. Esta calle es realmente larga y ancha, y encima tengo que ir cuesta arriba, pero intento darme toda la prisa que puedo entre la gente. Mientras intento acelerar el paso, noto cómo alguien choca conmigo. Tiene fuerza y casi consigue tirarme, y, sobretodo, se le nota más vivo que al resto. Olvido el encontronazo y me centro en mi tarea; parece que el colgante está un poco más arriba de donde me encuentro. Llego a una plaza, y me encamino hacia el punto amarillo en la pantalla, cada vez estoy más cerca, debería poder verlo ya, me acerco un poco más y... el colgante no está. No puede ser. No lo entiendo, estoy justo donde debería de estar. Según el maldito aparato el colgante tendría que estar enfrente de mí, ¿por qué no está? Me pongo a pensar como una loca, aunque aún me duele un poco la cabeza, hasta que una idea cruza mi cabeza. Miro hacia arriba y veo directamente el cielo. Por lo tanto, la única explicación es que el objeto que busco se encuentre bajo mis pies. La cuestión ahora es cómo acceder al subsuelo. Observo el lugar en el que estoy. Es una plaza no demasiado grande, pero bastante transitada. Miro a la gente, atento a cualquier movimiento peculiar, y, de repente, lo tengo. Varias personas se acercan a un cartel en el que pone “Callao” y desaparecen bajo el suelo. Ese es el camino hacia el colgante.


···


Alec


Avanzo por las callejuelas de esta ciudad hasta que llego a una que parece ser importante. Es más ancha y alargada que el resto y por ella circula mucha gente. Mi instinto me dice que la siga hacia arriba y eso es lo que hago. Hay tanta gente que tengo que aminorar el paso y eso me frustra, de hecho, choco con una chica que también parecía tener prisa. El impacto me llama la atención porque la humana parece tener un brillo en los ojos que sólo le he visto a un par de personas más. Supongo que en este planeta conviven vivos y muertos. De repente vuelve a mi cabeza la imagen chica del sueño muriendo y me pongo de nuevo en marcha, dejando a la causante del pequeño accidente atrás. Llego hasta una plaza bastante concurrida y veo el mismo cartel que aparecía en el sueño, encima de unas escaleras. Recuerdo que en el sueño las bajaba, así que repito el camino que hice en el cuerpo de esa chica y me encuentro con unas barreras que me impiden el paso. No sé qué tengo que hacer para continuar, así que me fijo en los transeúntes que están a mi alrededor y veo cómo sacan una especie de papelito que sirve como llave para acceder al otro lado de la barrera. Tengo algo de dinero terrestre que me dio Shanna al principio de la misión para emergencias, así que lo uso para sacar el peculiar billete y paso la barrera. Al hallarme al otro lado me siento momentáneamente desorientado, tanto que me llego a preguntar qué demonios estoy haciendo aquí, pero la corazonada vuelve y me indica de nuevo el camino a seguir. Llego a una sala más grande, con un hueco alargado en el centro que se pierde por dos túneles y, de repente, recuerdo a la perfección el sueño y lo que ocurre en este lugar. Me pongo a buscar desesperadamente a la chica con la mirada, pero hay demasiada gente y no consigo encontrarla.


···


Hena


Entro corriendo, y lo primero que veo es una barrera con unas puertas, que los humanos abren introduciendo una tarjeta por una ranura. Pienso que no tengo tiempo para eso y la salto, exponiéndome a que los vigilantes de seguridad me persigan, pero parece que tienen cosas más importantes que debatir, pues están todos reunidos hablando bastante nerviosos y no me prestan atención.
Sigo las indicaciones del radar hasta llegar a una sala que parece ser la parada de un tren (o al menos se parece al dibujo del libro de instrucción). La sala está llena de gente, y me tengo que abrir camino a empujones para llegar al lugar marcado por el radar. Se supone que el colgante está delante de mí, pero no lo veo por ninguna parte. Analizo detenidamente el suelo de la mejor forma que puedo entre la marea humana, hasta que me choco con una chiquilla. El golpe no ha sido demasiado fuerte, pero observo cómo la humana se tropieza con otra persona y termina cayendo a las vías. Durante su caída, detecto un brillo inusual en su cuello, y al fijarme mejor me doy cuenta de que, ¡es mi colgante! ¿Por qué lo tiene ella? ¿De dónde lo ha sacado? Me decido a saltar a por él, pero de repente escucho un fuerte sonido y veo unas luces blancas asomando por uno de los túneles.


···


Alec


¿Qué es ese sonido? Miro a mi alrededor y veo unas luces blancas asomar por el túnel y acercarse hacia nuestra posición.
- ¡La va a matar! ¡Que alguien saque a esa chica de las vías!
Miro hacia el lugar que señala la mujer y veo a la chica que ha protagonizado mis extraños sueños. Ella me mira y veo una comprensión infinita en sus ojos y una sabiduría digna de uno de los Tres Ancianos. En ese instante siento que esa chica es importante, que es alguien especial, alguien por quien dar la vida. De repente, me fijo en su cuello y veo a... ¡Ebrai! Me toco el pecho y compruebo que mi colgante sigue ahí. ¿Cómo es posible? ¿Dos Ebrai’s? Este colgante es el único recuerdo de mi familia, ¿por qué ella tiene otro igual? El sonido de la máquina se hace más fuerte y al girarme veo que se aproxima hacia ella. Me dispongo a saltar para cambiar mi vida por la suya, cuando una mano me sujeta fuertemente y me lo impide. Me giro y veo a Shanna negando con la cabeza, pero yo quiero salvar a esa chica, necesito salvarla. Lamentablemente, me voy la vuelta sólo una fracción de segundo antes de que sea atropellada, y con su vida noto que se van mis ganas de vivir. No lo entiendo, ni siquiera conocía a esa humana, pero aún así siento que ya no vale la pena seguir en este mundo.


···


Hena

Hm, tanto grito para que al final esa chica muriera atropellada por el tren. En fin, así me será más fácil conseguir el colgante. Mientras todo el mundo está conmocionado por el accidente, bajo a las vías por detrás de la máquina, consigo entrar en el túnel sin ser vista y me pongo a buscar el cadáver. Y sigo buscando. No ha podido ir muy lejos, ¿no? La verdad es que ignoro la fuerza que puede tener un tren, así que miro el radar para ver dónde está el colgante, ¡pero el punto amarillo ha desaparecido! No es posible, ¿se ha vuelto a estropear? ¿justo ahora? Una de las cosas que me han enseñado durante todos estos años de entrenamiento es a no creer en las casualidades, así que me pongo a buscar a fondo el cadáver por el túnel, pero no consigo encontrarlo. Veo que se acercan varios humanos corriendo y asumo que si yo no he encontrado a esa maldita humana, ellos tampoco lo van a hacer, así que me escabullo entre las sombras y salgo sin ser detectada. No sé adónde ha podido ir esa chica ni por qué tenía el colgante, pero juro que los encontraré a ambos.